ALGUNOS CONSEJOS SOBRE EL CONSEJO
Veamos ahora algunas cosas que debemos tener en cuenta acerca de los buenos consejos.
Buscar a alguien confiable con el que se tenga una buena amistad.
Cuando encontremos esa persona, debemos abrirle el corazón y contarle acerca de lo que el Señor nos está hablando. Sus comentarios al respecto pueden ser valiosos. Pueden ser el inicio de la búsqueda del consejo que necesitamos. No obstante, no debemos tomar sus comentarios como la «última palabra». Es importante recordar que es en la «multitud de consejeros» donde tendremos los beneficios que ya vimos en la primera parte de este artículo.
Programar un tiempo de consejería con el pastor o líder espiritual.
Estas personas nos pueden dar una orientación Cristocéntrica. Así mismo, puede ser también «personalizada» en el sentido de que nos conocen en el contexto de nuestra vida y las circunstancias que nos rodean. Su consejo puede ser más específico desde el punto de vista bíblico y de nuestra propia vida y medio.
El conocimiento que se tenga de la Palabra de Dios llega a ser un factor muy importante en el proceso de aconsejar. Estas personas de Dios nos sazonan por medio del conocimiento de la Biblia y las experiencias que han vivido.
Mi sugerencia es que no sea una sola sesión, sino varias. Cada vez que se reúna con ellos, debe llevar su visión por escrito. Esto es importante porque sus comentarios pueden influir en los pensamientos suyos, y afirmarlos. Además, debe anotar todos los aportes que reciba para que esa visión vaya tomando carácter.
Además de que nos pueden dar un buen consejo desde el punto de vista bíblico, estas personas se dedican a la oración y a la búsqueda del Espíritu Santo para tomar decisiones. De ahí que puedan recibir una palabra específica con respecto a su visión y esa palabra podría ser el Rhema («palabra viva y aplicable») que necesitamos para darle vida a nuestra visión.
Dedicar tiempo a comentarle a nuestros seres queridos lo que tenemos en el corazón.
Si no tenemos padres, sin duda tendremos personas que ocupan un lugar de cariño que supla la necesidad de ellos. Estas son las personas con las que debemos hablar y permitir que influyan en las decisiones que tomamos en torno al desarrollo de nuestro sueño.
Las personas que mejor nos conocen, como nuestros padres u otros familiares cercanos, son los que nos pueden dar un consejo muy sensato partiendo de nuestros puntos fuertes y débiles. Incluso pueden servir de «filtro» de muchos otros consejos muy halagadores que no nos servirían igual que un oportuno consejo de nuestros padres y otros seres queridos. Sólo por «derechos de antigüedad» nos pueden dar un buen consejo ya que han vivido mucho más que nosotros; por lo tanto, deberíamos atender con sumo cuidado su consejo.
Quizás cuando hablemos por primera vez corramos el riesgo de que se rían de nosotros y de nuestras ideas. A lo mejor toman a la ligera lo que les decimos. Sin embargo, aún con ese riesgo es importante que hablemos y establezcamos esa vía de comunicación que traerá buenos resultados en un futuro no muy lejano. Atrévase a ser mal entendido, porque los beneficios que recibirá después serán mayores; así que no deje que eso lo prive de hablar sobre lo que tenga en su corazón. De hecho, creo que pasar por esos momentos de no ser entendido sirven como una buena prueba de nuestra visión y nos ayudan a afirmar o desechar los pensamientos. Le recuerdo que si alguien puede lograr hacerlo desistir en su visión, es probable entonces que no era algo que venía del Señor porque las visiones que Él pone, nadie las puede quitar de nuestro pensar. Si alguien logra que abandonemos una idea o sueño, probablemente era sólo una idea que parecía ser buena, pero no algo nacido en el corazón de Dios. Así que no tema abrirse a sus padres o seres queridos. El otro lado de la moneda es que si somos padres de familia y tenemos hijos mayores, debemos tomar en cuenta a la familia si vamos a tomar alguna decisión que les va a afectar directamente. Nos sorprenderemos de los consejos que nos pueden dar los hijos a la hora de escuchar de sus labios lo que están pensando. Dios ha puesto en los niños una sencillez extraordinaria que podría servirnos de confirmación. Así que no desaprovechemos esas bendiciones.
Dedicar tiempo a la oración, al ayuno y a la búsqueda del rostro del Señor.
Recordemos que Él envió a su Espíritu Santo como el Consolador que nos guía y recuerda todas las cosas que nos ha enseñado (Jn 14.26). Es de suma importancia estar constantemente consultando la voluntad del Espíritu Santo en todo lo que pensamos hacer. Cada consejo que escuchamos de las personas que nos rodean deberá servir de confirmación de cosas que el Señor nos está hablando directamente.
Si en nuestro nivel de compromiso está buscar la voluntad y dirección del Señor, estoy seguro de que Él estará con nosotros para guiarnos y mostrarnos su divina voluntad en todo lo que emprendamos para Él. No puedo enfatizar lo suficiente este punto porque en demasiadas ocasiones hemos intentado hacer las cosas desde nuestra propia perspectiva y experiencia en lugar de consultar la voluntad del Señor. De hecho, mientras más nos acercamos a Él, más clara se va a tornar su voz en nuestra vida y con más rapidez fluirá su dirección para nosotros (Jn 10.27).
¿Queremos evitar el fracaso? Busquemos el consejo y aceptemos la corrección en nuestra vida. En esto se resume todo. «¡Siéntate, Juanito!»
Liderazgo MVP un lugar para el líder cristiano.