por Samuel O. Libert
Años atrás unos jóvenes me preguntaron si entre los instrumentos musicales que se usaban en el culto podían incluir una batería (un conjunto de instrumentos de percusión como los que tienen las bandas de rock, jazz y otros ritmos). Como entonces el uso de las baterías no se había generalizado tuve algunas dudas. Pensé en las tradiciones de mis padres y otros antepasados. Consideré también las antiguas costumbres de algunos diáconos y ancianos de la congregación que antaño habían llegado desde distintas regiones de España, Polonia y Holanda. Y contemplé, además, lo que dirían otras iglesias y otros líderes. Durante unos días tuve la intención de contestar «no». Hubo una época en que el órgano, el piano y el armonio a pedal eran los únicos instrumentos musicales aceptados en los cultos. Me acordaba de los muchos hermanos mayores que se habían escandalizado por el uso de guitarras en las reuniones. Sin embargo, leyendo el salmo 150 y otros pasajes vi que la Biblia apoyaba el uso de toda clase de instrumentos en la alabanza. Entonces dije que «sí»
La historia no terminó allí. Pocas semanas después un anciano de la congregación enfermó gravemente. Me llamó a su lecho de muerte y me dijo: «Mi última voluntad es que en la iglesia deje de usarse la batería. Que tal instrumento nunca vuelva a oírse en los cultos». Por supuesto, no era el momento de iniciar una discusión. Leímos unas porciones de la Biblia, como el salmo 23 y otros pasajes de inspiración, y oramos. Pocas horas después, este querido anciano partió a la eternidad. ¡Pero varios hermanos se habían enterado de su última voluntad! ¿Qué hacer? Se planteaba un conflicto entre la voluntad del anciano, la de los jóvenes y, por encima de todo, la de Dios. Como líder debía tomar una decisión en consulta con mi equipo, o tendría que llevar el asunto a la asamblea general de los creyentes miembros de la iglesia para que ellos resolvieran el problema después de un debate que podría causar dolorosos enfrentamientos. Oramos mucho y pensamos: «Un día estaremos en el cielo con este amado anciano, y allí conversaremos sobre el tema. Mientras tanto, por ahora vamos a seguir usando la batería en los cultos y veremos qué pasa». Nadie se opuso, y la iglesia fue grandemente bendecida. Muchos jóvenes fueron ganados para Cristo. Aquella batería se siguió usando con inteligencia, sin caer en el vicio del ruido ensordecedor. Hemos aprendido que Dios quiere que los líderes se atrevan a tomar decisiones difíciles, confiando en Él. «Jehová dijo a Moisés: ¿Por que clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen» (Ex. 14:15).
Recomiende Liderazgo MVP a sus líderes cristianos.