Por Rafael Pérez
Hace unos años se puso de moda en las iglesias y demás organizaciones escribir su visión, misión y valores o declaración de propósito. Como regularmente se hacía era de la manera siguiente: reuniendo a líderes en un pasadía, de ser posible en una montaña, a escribir todo en unas cuantas horas, para luego descender de allí con los rostros iluminados a comunicarlos a toda la congregación con la esperanza de que se hagan realidad. En todo esto hay algo que no funciona, y es que se partía del hecho de que con fabricar mecánicamente y comunicar una visión otros se apropiarían de ella y trabajarían para concretarla.
En la práctica, se demostró que este acercamiento no funcionaba, que se necesitaba algo más. Paso a compartir a continuación cuatro obstáculos que tiene que enfrentar este proceso para evitar que se convierta en sólo una moda pasajera de esas que no duran nada más allá de un verano y se convierta en una realidad que nos permita mantenernos enfocados, motivados y satisfechos al final del camino.
Obstáculo #1: La visión empieza de forma aislada
Aunque regularmente una gran visión nace en el corazón de un líder, la forma en que esta llega a concertarse es por medio de las aportaciones de todos sus integrantes, quienes la refinan, la aumentan y la aclaran. Si ellos no son parte de este proceso de gestación tampoco lo serán de su ejecución. Cuando alguien se va a integrar a un proyecto ya en marcha tiene el deber de asumir la visión existente, pero si ya soy parte y estamos creando o puliendo una visión, estoy en el derecho de poner en ella mi granito de arena.
Solución: En vez de comenzar por escribir de forma detallada y unilateral todo lo que «queremos» ser, el líder podría estimular una conversación entre quienes formarán parte de ella, dar la misión (lo que debemos hacer y porqué) para sentar las bases y esperar que entre todos le den color a la visión y definan sus valores.
Obstáculo #2: Se ignoran las visiones personales
Una verdadera visión es compartida, no elimina las visiones particulares de quienes las asumen, sino que las integra y fomenta. En suma, la visión de una organización es la representación a gran escala de las visiones particulares de todos sus integrantes, y un buen líder no busca a otros para que asuman su particularidad, sino que los integra tomando en cuenta las suyas. Si soy parte de esto y no conoces mi visión personal no puedes crear una compartida y decir que me tomaste en cuenta.
Solución: Un paso previo antes de poder solucionar este problema es alentar dentro de la iglesia a que los miembros tengan sus visiones personales tomando en cuenta sus dones, habilidades, experiencias y valores. Cuando ellos tengan este entendimiento, les será más fácil encontrar sentido dentro de una visión más grande. Esto se puede ilustrar con un muñeco desarmado en 10 partes: a menos que no sepas cual es la tuya no puedes encontrar sentido dentro del todo. La siguiente pregunta ayuda a comprobarlo: ¿Me siento representado con la misión, la visión y los valores de este proyecto? ¿Sé de forma precisa como contribuyo a que esto se concrete?
Obstáculo #3: Se tiene, pero no se usa
A menos que todos los esfuerzos de la organización estén en consonancia con la misión sea dirijan intencionalmente a alcanzar la visión, y todo se haga conforme a los valores, serán sólo letras sobre el papel. A menudo se colocan grandes carteles para anunciarlas, se motiva su memorización o se mencionan durante los actos, pero si en el día a día nuestros actos no son regidos por la misión, la visión y los valores, todo esto no pasará de ser una moda pasajera.
Solución: Hacernos constantemente las siguientes preguntas nos ayuda a usar lo que escribimos: ¿Deberíamos estar haciendo esto? ¿Esta acción nos encamina al lugar hacia dónde nos dirigimos? ¿La forma en que lo estamos haciendo es como nos lo propusimos? Respectivamente, ellas responden a la misión, visión y valores.
Obstáculo #4: Se empieza por las motivaciones incorrectas
En ocasiones, cuando los líderes sienten que están perdiendo el control de una organización son tentados a escribir cosas sobre el papel y pedirle a los demás que las firmen, esperando eventualmente utilizar el documento para penalizar al que no esté alineado. (Eso no es una visión, sino un contrato.) Una visión que nace en una coyuntura como esta, de control y manipulación, no llegará a ser nada más allá que un abortivo. Las personas la firmarán, de ser necesario se la aprenderán pero es imposible que la crean, la defiendan o trabajen para concretarla.
Solución: Aquí funciona siguientes preguntas: ¿Mi participación en esto es realmente voluntaria? ¿Esto que estamos creando hoy, nos será útil dentro de 5, 10 o 20 años? ¿Para entonces, lo estaríamos creyendo o disfrutaríamos el resultado? Ellas nos evitan abandonar la orientación a la inmediatez obligandonos a pensar a largo plazo antes de poder responder.
Liderazgo MVP un lugar para el líder cristiano.