Todo líder tiene el compromiso y la obligación de velar por la superación personal, profesional y espiritual de quienes lo rodean. Es una responsabilidad que como personas debemos asumir.
El líder debe reunirse con su equipo y plantear los objetivos que pretenden alcanzar a largo plazo. Hay que ser muy selectivo en la selección de estos objetivos. Deben ser difíciles, muy exigentes, pero deben ser realistas y alcanzables. Uno objetivo que le parezca imposible de alcanzar al equipo, podria resultar en que el equipo no les preste atención a estos y seria una perdida de tiempo. Los objetivos deben ser muy precisos.
La organización tiene que concentrar sus recursos en conseguir unos objetivos muy determinados. No se debe luchar por objetivos muy dispersos ya que se correría el riesgo de no conseguir nada. Los objetivos deben ser claros y estar calificados sugún el orden de prioridades que se desea (aumentar la asistencia al culto del domingo a 100 personas, adiestrar al equipo evangelistico, etc.). No se deben poner como objetivos ideas, imprecisas y faltas de concreción (ser mejores cristianos, crecer, diversificarse). Es fundamental tener en cuenta la opinión de aquellos a los que se les van a exigir estas metas, escucharles, conocer sus argumentos y prestarles atención.
Unas metas impuestas desde arriba, en las que las personas afectadas no han sido consultadas resultan muy poco motivadoras. Una vez definidos estos objetivos a largo plazo, se establecerán metas menores a corto plazo. Estas metas menores deben estar dirigidas a alcanzar los objetivos a largo plazo. Estas metas inmediatas permiten aumentar la presión sobre el equipo de trabajo (el largo plazo se puede ver como algo muy distante y podría llevar a cierta relajación). Por otra parte, la consecución de estas metas parciales contribuye a aumentar la moral de los miembros del equipo.
Aunque es fundamental ajustarse firmemente al plan de acción definido y ser muy persistente en alcanzar la metas establecidas, el líder no puede renunciar a la flexibilidad, a cambias la dirección previa si surge una oportunidad que conviene aprovechar. En un mundo tan cambiante como el actual la mejor cualidad que podemos poseer es la flexibilidad.
Una vez que se han fijado las metas, el líder debe dar autoridad a los distintos líderes para que procedan como consideren más oportuno (la persona que hace el trabajo es quien mejor conoce la forma de hacerlo). Autonomía dentro de ciertos limites, que no implique descontrol. La autonomía ayuda a que los miembros asuman responsabilidades, tomen decisiones y respondan de sus resultados.
Fomenta la creatividad. El líder no puede inmiscuirse en los detalles menores del trabajo de sus subordinados. Estos se podrían sentir incómodos, presionados y menospreciados. Sólo en aquellos casos en los que el desempeño de algún departamento no esté a la altura de lo esperado, el líder podrá profundizar para ver los motivos de este fracaso y fijar los cambios necesarios.
Cuando los líderes funcionan con autonomía, resulta interesante establecer un sistema de comunicación dentro de la iglesia que permita compartir experiencias. Si un departamento ha desarrollado un método de trabajo que resulta eficaz, éste podría ser también útil en otras áreas de la iglesia.
Por último, hay que dar a los departamentos los medios necesarios para poder cumplir sus objetivos. No se le puede pedir al departamento de Educación cristiana, que mejore la calidad de sus clases, y no darles las herramientas adecuadas, la tecnología necesaria y la formación requerida. Tampoco se le puede pedir al departamento de evangelismo, que gane almas para Cristo y no darle un dispulado, adiestramiento y apoyo necesario para que cumpla con su llamado.
Ser líder no es una postura o un galardón para lucir, es un compromiso, una responsabilidad y una obligación, no hay que olvidar que "todo cargo es una carga". No podemos ser indiferentes ante las atrocidades, la injusticia y la creciente amenaza de una falta de valores, hoy en día se necesitan hombres y mujeres decididos a cambiar la forma de vida de la sociedad. Es un gran reto, sí, pero la esperanza de un mundo mejor, debe alentarnos a ser los líderes de esta gran empresa.