La forma más segura para saber lo bien que había jugado era ver cuánto había hecho para que mis compañeros jugaran bien. –Bill Russell
Cuando ayudamos a otra persona a triunfar producimos en esa persona uno de los sentimientos más agradables. ¿Conoce alguna persona que no disfrute el triunfo? Creo que a todos nos encanta el triunfo por eso cuando ayudamos a una persona a realizar sus sueños nos convertiremos en su amigo de por vida. Cuando ayudas a otros, las personas te relacionan con sú triunfo y eso los mantendrá cerca de ti. Como líder cristiano no debes regalarle el triunfo a las personas, aun si puedes. La meta no debe ser a conseguir una victoria sino capacitarlos para vivir en victoria.
Muchos líderes cristianos cometen el error de realizarles el trabajo a sus seguidores. Suelen pensar que los están ayudando a ser exitosos o desean evitar que algo salga mal. Pero en realidad esta actitud limita la creatividad de los seguidores, limita el surgimiento de nuevos líderes, mantiene a las personas como dependientes y no como colaboradores. Un buen líder cristiano imita a Jesús. El Maestro capacitaba, delegaba y enviaba. Cuando nuestro liderazgo está enfocado de la manera correcta comprendemos que el ayudar a otros a triunfar es contribuir al Reino. Recuerde que nunca se pierde cuando los demás triunfan.
Por otro lado si retenemos lo que se nos ha dado, perdemos lo que aun no se nos ha dado. Recuerde al siervo inútil. El retuvo el poder de hacer algo por miedo a perderlo. Su señor al volver y pedirle cuentas le dijo: por lo menos lo hubieras invertido en algo y al final hubiera recibido los intereses. Dios nos recompensara por lo que invertimos en otros y nos juzgara por no haberlo hecho. John C. Maxwell dice: Olvidese de ver la vida como una competencia donde uno tiene que vencer a todos si desea triunfar.
"Cuando retenemos lo que se nos ha dado, perdemos lo que aun no se nos ha dado"- Luis M. Cepeda